
Noche, noche oscura
vaya estupidez las noches son oscuras
como tus ojos malditos.
Nos volvieron a presentar en la misma esquina raposa
y recargada de ojos metamorfos.
Nos saludamos como hijos de vecinos.
Bien. Bien.
Pero tú sabías, yo sabía...
que en algún pupitre escolar del viejo Liceo
pegamos nuestros chicles azucarados
sin decir agua va, agua viene...
Esta nocturna salida, queridita mía
hueles bien
y tus pecas siguen la línea astronómica de las estrellas del norte.
Mis líneas son un poco difusas
pero simples
sencillas y cómodas:
me quedé aquí soñando
si
soñando días enteros e inútiles
pedazo de carne ingrata
con la ilusa comezón por volver
a besarte con sabor a menta o fruta.
Que pena olvidaras tan ligeramente
nuestro sabor favorito.
Hay cosas importantes que no deben olvidarse jamás!
Por ejemplo la goma de mascar que nos gustaba
y el cosquilleo serpenteante
de mi fálica firma en la hoja suave
y tersa de tu envoltorio.
Ramberto Radamés, 2009 febrero