lunes, 3 de marzo de 2008

De sacrificios extremos vive el hombre


Regresar de vacaciones es una odisea y también lo es el preparativo para salir de vacaciones tranquilo. Salir implica en primer lugar; quién cuidará la casa, el riego del jardín, el alimento del perro o la mascota de moda, cuentas pagadas y pensar si dejaremos la luz encendida todo el día o por último contratar un cuidador, que en algunos casos es peor... Te vas con la inquietud si el tal cuidador dormirá en tu cama, usará tu ropa, la colonia o tendrá una invitada... Bueno eso es lo inicial, pronto vienen las preocupaciones del financiamiento para el trayecto, estadía y posterior regreso.

Soluciones hay muchas, los más odiosos dirán - el ahorro sistemático Trapelakucho te permite gozar de espléndidas vacaciones - realmente no soporto a estos tipos infelices que cuidan hasta la chaucha ajena para obtener réditos, otros argumentan - todo con cargo a la tarjeta - otra clase compleja porque vivirán el resto del año para pagar sus vacaciones que quieren olvidar y es imposible por culpa de las cuotas mensuales, los más notables y que me gustan (me incluyo), los que nos dejamos caer en casa de nuestra madre...vaya fortuna, verdad? A mi parecer la mejor alternativa... Volvemos a sentirnos solteros y hermosos, allí despiertas con desayuno a la camita, tierna charla matinal, palabras llenas de ternura y nada de perturbaciones extras, la panza cuarentona es olvidada y este veraneante renace feliz desde la casa de su señora madre...(envidia sana).

Día feliz, día de playa.
Me encanta el mar, aunque sea una especie de oleaje torbellino y traicionero, pero es un mar vivo, agitado y agitador, las células se mueven y te sientes sano, te despides de la turbidez citadina porque frente a ti está el ancho y extendido horizonte. Una línea ignota, una línea decisiva entre tu yo y no yo... Como ven hasta se puede filosofar. La arena te permite olvidar la suavidad textil y tóxica de la alfombra muro a muro, de las baldosas frías y simétricas. La arena de playa permite extenderse y tenderse, mejor dicho estirar toda la humanidad y sentirte uno con la madre tierra forrada en arena, de preferencia negra...
Aparte del sol peligroso puedes disfrutar de paisajes maravillosos, seguir el vuelo infantil de las aves marinas, moverte a la distancia con el rumor y ondular de las olas que te invitan a sumarte a ellas... Ahhhh cómo me gusta el mar.

El mar nos produce apetito voraz después de la excesiva exposición y baño salino.
Y comer es sumun del sumun, la cosa nostra del sentirte otra vez hijo de tu madre que para ella siempre seguirás siendo su niño. Claro que un niño algo cambiado, con ciertos apetitos y debilidades, como vicios y otras cosas que de tanto mirar entusiasman hasta al más ciego.



Invocación Hamletiana: " Me tiro o no me tiro, ese es el problema".

TK.


Pd. texto sujeto a confirmación
fotografía: wickead weassel


1 comentario:

profetabar dijo...

Estimado, cuando llegan las vacaciones se debe tomar la moto y partir, se las merece y si debe pagar todo el año, hay que pagar contento, recuerde que nada nos llevaremos para el otro lado. Un gusto que las vacaciones hayan terminado y tenerlo de nuevo por las viejas alamedas que se preparan para recibir el otoño.