jueves, 27 de diciembre de 2007

Para Clemente


Tristeza

La desdicha universal flota como un espectro por la tarde.
Barracas que por incultos jardincillos pardos huyen.
Pabilos fantasmales oscilan en el estiércol quemado,
dos durmientes se bambolean rumbo a la casa, grises y difusos.

Sobre el marchito prado corre un niño
y juega con sus ojos negros y lisos.
El oro gotea de los arbustos borroso y apagado.
Un viejo gira tristemente al viento.

Al atardecer, de nuevo sobre mi cabeza,
Saturno guía mudo un sino desdichado.
Un árbol, los pasos de un perro en retirada,
y negro vacila el cielo de Dios y deshojado.

Un pececillo se desliza veloz en el arroyo
y leve roza apenas la mano del amigo muerto,
y alisa con ternura su frente y su vestido.
Una luz despierta las sombras en los cuartos.

Por Georg Trakl


Mi tristeza también se llena de risa, la risa de Clemente, la risa de mis hijos, de nuestros hijos proyectada hacia la luz del sol, y mi sentir es solidario con Cristian Warnken, porque no es fácil escribir tan hermosa despedida cuando el corazón está sumido en profunda tristeza por la irreparable pérdida. El amor de padre perdura y traspasa las fronteras de la muerte.


Georg Trakl

(Salzburgo, 1887-Cracovia, 1914) Poeta austríaco. En 1905 empezó a trabajar de aprendiz en una farmacia. Su familiaridad con las drogas, de las que abusó, provocó su muerte. Se dio a conocer en 1912 por sus colaboraciones en la revista Der Brenner. Sus Poemas (1913) y Sebastián en el sueño (1915) recuerdan el estilo de Hölderlin, y constituyen una de las obras poéticas en lengua alemana más desgarradoras e innovadoras.



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