domingo, 3 de febrero de 2008

El misterio de las tué-tuonas


Cierta vez conoci en lugares de poca monta, entre humareda y chispazos de alcohol, las aventuras de unas chicas tué-tuonas... Pronunciar aquellos apelativos era pecado y necesariamente había que ahogar esa garganta para no provocar en los labios cierto sabor placentero en ello. No era usual, pero me daba la impresión de cierta soberanía y sumisión en el ambiente. Mirar en aquellos ojos desorbitados y delirantes, carentes de valor y empatía, la permanente escena de la mentira, me provocaba algo de escozor, sin embargo, la curiosidad aumentaba y escuché atento...

Estas lucernas eran de armas tomar, belicosas, presumidas y raspaban su voz para simular ser duras e inflexibles. La rudeza de sus movimientos se complementaba con esa extraña belleza que provoca la explosiva mezcla de la hermosura y la muerte conviviendo juntas.

Cuando al caer el sol las sombras se adueñaban de la ciudad, ellas, las innombrables, calzaban sus negras y desgastadas botas american shoes, cubrían aquella deseable desnudez con cueros "enchulados" y en el cinto clavaban, como un crucifijo sátiro, la pluma para el objeto de sus amores. Pobre aquél que se cruzaba con ellas después de la octava cerveza... no salía vivo. Decían, y yo repito, era una lucha sin cuartel, dos contra uno, a contraluz, a morir, a reventar la vertiginosa locura y perversión. Aseguraban, según las malas lenguas, que la víctima no moría producto de las heridas... moría de aquella muerte profunda, apocalíptica, muerte voluntariosa, Fénixcidio...

Las tué tué, luego de pintar escrupulosamente la avidez abisal de sus ojos, limpiaban cada pluma con arte al calor de aquella combustión irrupta y emprendían el vuelo...

Lo demás era silencio, como la verdad muda, que calla una y otra vez, aquella estúpida verdad que está en todas partes y a su vez en ninguna.




Trapelakucho (asustado)
M.R.



imagen: BlackCanary_Mockingbird_Veesenmeyer