jueves, 19 de febrero de 2009

Poema tardío del dulce amor desencantado




Noche, noche oscura

vaya estupidez las noches son oscuras

como tus ojos malditos.


Nos volvieron a presentar en la misma
esquina raposa
y recargada de ojos metamorfos.

Nos saludamos como hijos de vecinos.

Bien. Bien.

Pero tú sabías, yo sabía...
que en algún pupitre escolar del viejo Liceo
pegamos nuestros chicles azucarados

sin decir agua va, agua viene...


Esta nocturna salida, queridita mía

hueles bien
y tus pecas siguen
la línea astronómica de las estrellas del norte.

Mis líneas son un poco difusas
pero simples
sencillas y cómodas:

me quedé aquí
soñando
si
soñando días enteros e inútiles
pedazo de carne ingrata
con la ilusa comezón por volver
a besarte
con sabor a menta o fruta.

Que pena olvidaras tan ligeramente
nuestro sabor favorito.
Hay cosas importantes que no deben olvidarse jamás!

Por ejemplo la goma de mascar que nos gustaba

y el cosquilleo serpenteante
de mi fálica firma
en la hoja suave
y tersa de tu envoltorio.

Ramberto Radamés, 2009 febrero