Es tarde dijo mi madre moviendo aquél dedo
agudo y curvado como sus años.
Respondí que bajé de la montaña
brincando trincheras
arados diezmados como corderos
y frágil varé en la exclamación de aquella tierra congelada
congelada de silencio después de tanto trueno.
Te dije que crucé nuestra isla cubierta de pedregales
horadada por ríos imaginarios posibles
y mis ojos entreabiertos recordando los tuyos
doblaron ramas ya dobladas
siguieron huellas de otras huellas.
No pude explicar que aquél verano fui feliz
te dije (estoy seguro) que regreso a casa
por el gusto de mis cuarenta años asomados en la comisura de los labios
regreso por los geranios refugiados en el balcón
ya sabes el verso “sobre los geranios rosa, una mariposa blanca”
y mis tibias camelias nubosas camelias
tus camelias pintadas de sueños antes de la lluvia.
No creyó mis palabras instantáneas
como esa gris fotografía junto a campesinos
en la toma de 1971
y preguntó por qué llegué tan tarde
que el padre y mis hijos se durmieron esperando.
Respondí que el nombre de la calle
era imposible recordar.
Que guardé los teléfonos de voz suicida
en aquél saco olvidado en el bar de la muerte
donde los malos poetas seguiremos siendo malos poetas.
Le dije – incluso – que amé y odié en ese tiempo de panfletos
y que luego volví a amar
y a odiar desmedidamente hasta el ocaso
sin saber que el dolor dejaba huellas en tu muro blanco.
Digo que amé ciegamente pero todo se fue al olvido.
No creí tanta palabra bonita para no consumir mis energías.
Y aunque no lo creas a lomo de mula bajé la montaña
al lomo de la calle la calle que cruza con mi nombre
porque me buscaban ¿lo recuerdas?
en aquella curva inquieta de calle sin salida
lavada de tumultos arrastrando miseria
como caracol insomne en medio de tanta niebla
como caracol dando pasos de ciego
en el tiempo de nadie entre plumas y golondrinas
ebrio una y otra vez con plumas y golondrinas.
Se acaban las mentiras madre porque la inocencia
no escogió mi nombre
fui inocente digno de inocencia robada para lamer nubes.
No volvió a sonreír
mi madre no cree cuentos de pasillo.
Insistí en doblar la hoja de aquél tiempo
tiempo de rencillas y tabernas.
“La canción es la misma” y ¡Oh fiat lux!
Lord Zeppelín convierte recuerdos en cenizas.
Regresé te dije madre
cansado regresé para quedarme la preciosa sombra
para dormir soñando como el viajero sueña
como la ventana sueña la fría aurora.
Es inútil viajar para encontrarte solo
como veterano de posguerra.
Regresé tarde a tu casa decente
cubierto de cenizas y despoblado de sueños pasajeros
estuve tendido en el lomo de la tarde
sobre cristales verdes
en el césped de la plaza cercada de anuncios ilegibles
con amigos de ocio ciegos como yo
sin embargo atentos
atentos al vuelo de aves ordinarias en este cielo violeta
aves arrendatarias de viejos árboles y postes
la infancia despistada mueve aquellas alas
y siguen vivas completamente en domingo
luego
pregunto si era bueno regresar a casa otra vez.
T.K. (05/2008)