La desdicha universal flota como un espectro por la tarde.
Barracas que por incultos jardincillos pardos huyen.
Pabilos fantasmales oscilan en el estiércol quemado,
dos durmientes se bambolean rumbo a la casa, grises y difusos.
Sobre el marchito prado corre un niño
y juega con sus ojos negros y lisos.
El oro gotea de los arbustos borroso y apagado.
Un viejo gira tristemente al viento.
Al atardecer, de nuevo sobre mi cabeza,
Saturno guía mudo un sino desdichado.
Un árbol, los pasos de un perro en retirada,
y negro vacila el cielo de Dios y deshojado.
Un pececillo se desliza veloz en el arroyo
y leve roza apenas la mano del amigo muerto,
y alisa con ternura su frente y su vestido.
Una luz despierta las sombras en los cuartos.
Por Georg Trakl
(Salzburgo, 1887-Cracovia, 1914) Poeta austríaco. En 1905 empezó a trabajar de aprendiz en una farmacia. Su familiaridad con las drogas, de las que abusó, provocó su muerte. Se dio a conocer en 1912 por sus colaboraciones en la revista Der Brenner. Sus Poemas (1913) y Sebastián en el sueño (1915) recuerdan el estilo de Hölderlin, y constituyen una de las obras poéticas en lengua alemana más desgarradoras e innovadoras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario