Y regresamos de las cavernas
una noche ocultos entre la niebla
la niebla húmeda donde alguna vez soñamos
con ese algo parecido al día
imaginario e ingenuo
el brillo del día destila estrellas
y me dirán que el día no tiene estrellas
yo diré lo contrario
las estrellas están allí
que no se mudaron desde la última vez
absurdo el absurdo canto del grillo
que se escucha a lo lejos entre bocinazos
gritos y taconeos callejeros
cemento y desplome de sonrisas
que las calles son elásticas y se estiran
se estiran hasta perdernos
que el rostro herido de las casas
alimenta estos cándidos ojos
(los faros son gigantes ciegos)
a pleno sol, a plena luz que no es un sueño
y el pesar de los detalles
no cuenta
para débiles máscaras
máscaras que nunca usamos
cuando vivíamos en cavernas.
TK
Imagen: "Ciudad" Adolfo Vásquez
2 comentarios:
sí, el salto ha sido grande, fue hermoso vivir con la máscara en las manos, mostrando el rostro sin esconder la mirada de los labios.
Una casualidad llegar hasta aquí y todo un hallazgo esta poesía.
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